Cada vez los niños necesitan mayores espacios de socialización. La casa o los papás no son suficientes. La doctora Mónica Reyes, profesora del programa de psicología de la Universidad del Rosario, explica que tener compañeros de su misma edad no es lo mismo que jugar con los papás o con los hermanos.

“Los padres deben ver la entrada al jardín como algo positivo, que ayuda a enfrentar cambios. Encontrar personas distintas y socializar le permitirá al niño avanzar más rápido, enfrentar nuevos retos y tener mayor actividad”, agrega la experta.

El jardín se convierte en una necesidad y en un cambio para la vida de toda la familia, al cual hay que adaptarse lentamente. Aquí, algunas recomendaciones para manejar mejor esos primeros días. La recomendación clave es que los padres, una vez tomen la decisión, reflexionen acerca de cómo transmitirle el cambio al niño. Si él siente que para sus padres es algo natural, se sentirá tranquilo.

Dos o tres semanas antes de que el niño ingrese al jardín, la psicóloga Reyes les aconseja a los padres hablarle a su hijo sobre lo que va a suceder y tratar de que suene atractivo para él. “ ‘Vas a ir al jardín en un bus, conocerás muchos niños, te vamos a comprar una maleta’, y a través de historias o cuentos adaptarlo a su nueva etapa”, dice la experta.

Otra importante recomendación, según la psicóloga, es intentar cambiar horarios y rutinas previamente al inicio de clases, es decir, dos o tres semanas antes acostar al niño todos los días a la misma hora, levantarlo, bañarlo y tratar de que desayune, organizar horarios y rutinas de manera que sea un proceso gradual y no abrupto.

Anticiparse al tipo de alimentación que recibirá el niño en el jardín, sobre todo si hay restricciones en la dieta, y asegurarse de que va a tener una alimentación acorde con sus necesidades.

Ya para el primer día, el consejo de la psicóloga es despertar al niño con suficiente tiempo, de manera que alcance a alistarse y desayunar con calma. Contarle que va a tener amigos y una profesora durante unas horas, pero que luego regresará a casa.

“La despedida del niño debe ser rápida para que él pueda entrar a su jardín sin mayor trascendencia. Es importante que este momento no sea en exceso dramático. Algunos lugares permiten que el niño vaya con algún objeto de apego que le ayude a mantener una conexión con la casa”, sugiere la experta.

Mónica Reyes advierte que el proceso de adaptación de los niños al jardín puede durar días o semanas, de acuerdo con los ritmos individuales de sueño y alimentación.

“Que el niño llore es parte de la adaptación en las dos o tres primeras semanas, si en dicho tiempo las cosas no mejoran, se debe consultar al jardín, hablar con las profesoras y buscar nuevas estrategias de adaptación”, señala la experta.

Por último, los padres deben tener paciencia con su hijo, darle amor y acompañarlo, pero, según Reyes, no sacarlo del jardín sin darle la oportunidad al niño y a la institución, excepto, claro está, si sucede algo extraordinario. Pero la primera reacción ante el llanto o el proceso de adaptación no debe ser renunciar, porque algún día tendrá que haber de nuevo un comienzo.

Fuente: ABC del Bebé