La escena es recurrente: papás y mamás que tras dejar a su hijo por primera vez en el colegio se quedan dando vueltas por las instalaciones, atentos a sus reacciones y listos para actuar ante la menor queja de sus retoños.

Los papás helicóptero, nombre que los expertos dan a este grupo de padres, son aquellos que, literalmente, van con sus hijos al colegio. Aun cuando saben que hay profesores y personal preparado para guiar y cuidar a los niños en esta etapa, deciden supervisar personalmente a sus pequeños. De ahí el símil con un helicóptero, que sobrevuela el terreno en busca de potenciales peligros.

Los expertos insisten en que no dejar que el niño viva por su cuenta jornadas tan importantes como el primer día de clases es un error, que suele poner en evidencia la inseguridad y desconfianza de los papás hacia las capacidades de sus hijos, y una actitud sobreprotectora que a la larga no trae nada bueno a los pequeños.

“Un niño que asiste al colegio por primera vez, y quien ve que su papá o su mamá no lo deja solo, puede creer que algo malo le va a pasar en el colegio o que ellos no van a ser capaces de asumir ese nuevo espacio”, dice la psicóloga Annie de Acevedo, especialista en temas de niñez.

La especialista agrega que uno de los principales miedos de los niños que recién entran al colegio, especialmente de aquellos que dan sus primeros pasos académicos en los jardines infantiles, se relaciona con la posibilidad de perder a sus papás.

“Los asusta no volver a verlos, ser abandonados, y esto responde a un temor inherente del ser humano a no recibir afecto. De manera inconsciente, ellos se hacen preguntas como ‘¿qué tal que cuando llegue a la casa mis papás ya no estén o no me quieran?”, afirma la experta, quien agrega que otros factores que influyen en el comportamiento de los niños es la sensación de estar en un lugar totalmente ajeno y desconocido.

No es para menos: al entrar al colegio, los niños enfrentan una situación desconocida para ellos, en la que se encuentran con nuevos niños, con un nuevo ambiente y con una nueva figura de autoridad: los profesores. “Este ambiente vital puede llegar a ser desconcertante para ellos”, asegura la experta.

La psicóloga María Elena López añade que este momento puede no solo ser traumático para los niños; en cierto modo, también para los padres. “Los papás tenemos derecho a que nuestros hijos nos hagan falta, y es normal sentir ansiedad –explica López–, pero hay que tratar de controlarla y ponerla en su justa dimensión para no transmitirla al niño y así evitar inundarlos con nuestros sentimientos. Los niños son como esponjas que absorben todo”.

Las especialistas coinciden en señalar que no todos los niños tienen los mismos ritmos de adaptación, pues mientras a unos puede tomarles unos cuantos días asumir el nuevo espacio que les ofrece el jardín infantil, otros necesitan un par de semanas.

Como se trata es de que tanto niños como papás vivan con agrado y sin traumatismos esta etapa de la vida, las especialistas ofrecen claves para que los adultos puedan asumir este reto sin invadir el nuevo espacio de los pequeños.

Fuente: EL TIEMPO